lunes, 12 de enero de 2015

Práctica 5; Escribir para alguien concreto

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Práctica 5; Escribir para alguien concreto.

Tuve mucho cuidado al derramar el aceite. Las viejas lámparas que había en la biblioteca estaban muy gastadas y a veces, se salía el aceite por los engranajes. Cuando estaban todas encendidas, la biblioteca, antes una antigua factoría de carbón, parecía respirar de nuevo fuego y su aspecto era entre grandioso y terrible.

Repasé con cuidado los libros que quería mostrar a mis compañeros, en uno de ellos estaban las fórmulas que necesitábamos para nuestros planes. Dividí los libros que había sobre la mesa hasta que toqué sin querer la portada de un pequeño libro. Estaba soportado en  cuero, muy suave y en su tapa se podía leer, El haz de luna. Como aún tenía tiempo hasta  que llegaran mis compañeros, me senté a leer.

En todas las historias hay un protagonista. Todas las historias tienen un inicio, un nudo y un desenlace y todas las historias tienen un enemigo, un malo al que derrotar y vivir felices. Si eso es lo que estás esperando ya puedes marcharte, esta historia no es de esas. Esta es la historia de un Viernes, de no importa qué mes.

En esta historia ella es la protagonista.

¿Cómo describirla? Es francamente difícil, digamos que si trato de reducir su imagen a algo que siempre pueda recordar, diría que son sus ojos, su mirada. Pero no quiero adelantar acontecimientos, vayamos por pasos.

Yo soy el aire que sale de los alientos de los cuenta cuentos. Es probable que pensaras que las historias se crean solas, pero no es así. Soy yo inspirando a los mejores  cuenta cuentos. Soy el susurro que nombra las cosas, soy el aliento después de que tu personaje favorito casi muera. Soy el te quiero susurrado que inicia una historia. Soy el viajero errante. Y ella...

Ella era un rayo de Luna. Cuando la conocí hablaba sin palabras, bailaba sobre las metáforas como dos gotas de lluvia sobre los cristales. La vi de lejos, la vi moverse y escuché encantado el tacto de un idioma que no conocía. Cuando terminó de hablar delante del polvo que se reunía entorno a ella, me acerqué para preguntarle por su extraño idioma y ella, mientras dejaba que la serena luz de sus hermanas, otros rayos de luz de luna, la bañasen, giró su incorpórea presencia hacia mí. Un estallido resonó en algún sitio y yo, asustado, continué hablando. ¿Qué iba hacer sino?

Forcé mi voluntad a tomar una forma reconocible y desdibujé mis ropas como pude. ¿Puedes, por favor, mostrarte tú también?

- No sé cómo se hace, así que no puedo- Me dijo mientras ponía cara triste.

- Sólo tienes que concentrarte y pensar qué imagen quieres proyectar- Le dije.

- Pero no sé qué imagen quiero proyectar- Dijo ella.

- Piensa en una imagen que te haga feliz- Dije con cuidado.

Giré sobre mí para ver si alguien más nos escuchaba y al volver la vista hacia ella, la miré a los ojos y mi mundo se acabó. Muchas historias se perdieron aquel día pues mi mente, mi sino, mi esencia había cambiado y no tenia espacio para historias.

La miré a los ojos y cambió lo que yo era. Tal era la fuerza de su mirada. Aunque supongo que necesitaríais una descripción más precisa, me temo que mi lengua está muda y pese a toda mí labia, no soy capaz de explicarlo. Verte reflejado en esos ojos, hace que quieras ser mejor en todo, que creas que el universo es mejor sólo porque ella está en él.

Nos pasamos la noche corriendo sobre las flores y recriminando a los grillos porque eran, indudablemente, pesados en su carcomida melodía. Fuimos a buscar unos gatos callejeros que recitaban historias de aeropuertos y de humanos con los que nunca habían estado. Fuimos a ver las estrellas por las calles, sin que nadie nos viera, o quizá nos veían todos pero no importaba.

Caminamos sobre los ruidos, sobre las sorpresas y la tristeza, caminamos sobre los deseos. Caminamos sobre todo aquello que no fuera mirarnos a los ojos y vernos reflejados.

Cuando las luces despuntaban al alba, tomábamos el hielo que se lanzaban las miradas de otros. La miré las manos y dije:

- Ven conmigo, vamos a enseñarle al resto del mundo que ven detrás de las estrellas que encienden tus ojos.

- No puedo irme con cualquier persona con la que conecte. Ya veremos- Dijo ella con educada indiferencia.

Dormimos en algún sitio indeterminado. Desde que encontré sus ojos, mi memoria es muy selectiva y olvida donde dormí, pero no olvida la mirada que me envió de soslayo cuando pensaba que no la miraba. Así es esta historia.

Pasamos el día viviendo momentos. Cada uno diferente al anterior y aunque los grillos seguían aburriéndonos con su letanía, nosotros dibujábamos palabras en el viento y hablábamos de la libertad.

Le conté historias sobre ella, sobre los murmullos del viento entre su pelo y le dije muchas cosas más que no se pueden decir en una historia. Ella reía mucho. Le dije que me encantaba su risa.

- Mi madre, la luna, me dice que sonrío mucho, que parezco boba- Me dijo agachando la cabeza.

Nunca seré capaz de describiros la belleza que existía en ese momento. Perfección es lo más cercano pero aún así no sería capaz de describirlo con exactitud.

- ¿Puedes hacerme un favor? Trata de alumbrar al mundo cada día un poquito más con esa sonrisa que tienes. – Ella se rió mucho y yo fui muy feliz.

Las noches pasaron y nosotros jugamos a conocernos despacio pero profundo, hasta el tuétano. Echamos carreras, nos peleamos y me ganó, no por la pelea en sí, sino porque la cercanía de su esencia me mantuvo alegre por siempre.

Otra vez fuimos a ver a los toros jugar. Todos se veían como los más importantes y traté de explicarle cómo funcionaban y porqué se repetían las mismas cosas unos a otros y quizá yo podría hacerlo diferente. Yo no dejo de ser un susurro de las historias y algo se me habrá pegado de los más arrogantes, pero también de los más buenos.

Ella se enfadó mucho, mentiras y palabrejas vacías es lo que me entregas, yo quiero la libertad del sol y de los campos abiertos. Su furia fue terrible como las tormentas, pero la reconciliación mojó nuestras cabezas y nos encontró una vida con significados conjuntos.

No os aburriré con más detalles. Llegaron los días fríos, yo escuchaba más historias y ella se fue a alumbrar con su luz la vida de otras personas con más necesidades que yo.

El tiempo pasa, el frio se queda. Quizá otro día se dé cuenta de que le gustan mis historias y vuelva a buscarme, pronuncie mi nombre y sea primavera otra vez. O quizá no. Quizá otros aires le traigan felicidad y alimento para el sueño de sus ojos.

Entre estas palabras se esconden secretos, algunos ocultos que preguntará algún día. Otros no tanto. La sutileza siempre fue su fuerte, no el mío. Yo solo cuento cuentos, historias.

Esta es la historia de cómo un haz de luna, cambió mi vida.

Estupefacto ante tal hallazgo, sostuve con cuidado el pequeño libro y lo guardé en mi zurrón. Para cuando llegaron mis compañeros, fui incapaz de explicarles por qué estábamos aquí.


Biblioteca Pública
Bellaflor

1 comentario :

  1. Este relato me produce sentimientos encontrados. Por un lado, como relato me parece precioso. Me encantó cuando lo colgaste en Facebook, y ahora me sigue gustando igualmente. Es genial: lírico, poético, lleno de imaginación. Me recuerda un poco a alguna historia de Sandman o algo así, y creo que acierta mucho con el grupo al que va dirigido, que se sentiría probablemente interesado por la historia. Tiene un único error como trama, y es que ella "pone una cara triste" cuando todavía no tiene aspecto físico.

    Sin embargo, creo que falla a la hora de alcanzar el pleno porque la escena del lector/a no aporta nada a la historia. No encaja con nada de lo que lee, ni nos dice nada sobre lo que le ocurre después, ni nada. Sirve para contar la historia, pero bien podría haber ocurrido sin ese enmarcado, que al final sólo sirve para justificar el uso de la frase obligatoria.

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